miércoles, 3 de noviembre de 2010
Es un recuerdo en tu memoria que hace tiempo marchitó.
Por qué sigues rezándole a Dios? Si ese sentimiento que existía entre los dos murió. Acéptalo, se terminó, mi corazón sufrió y en balde; lo arreglé deciéndote ADIÓS demasiado tarde.
Y es que me la suda lo que cuentes a mi espalda si eres otra más con mucha más cara que espalda y vas de lo que no eres, Por qué me insultas? Si no lo has superado todávía tía no es mi culpa.
[...]
Siéntate y llora, y reflexiona.